CRÓNICA MARATON NY - "Mi mejor sueño"
Como
caído del cielo me llego el regalo y privilegio de poder correr la maratón de
New York, “La Maratón”. Desconozco si hay otra mejor o no, pero a día de hoy,
es la reina de todas ellas por fama y repercusión. Una serie de circunstancias
y algo de suerte hicieron posible mi gran sueño y aprovechando unas vacaciones
familiares allá que fui.
Mi
estado y situación no era el ideal para ello, pero el poder atractivo de la
misma y la ocasión única de poder participar en ella, me hicieron tirarme desde
lo alto de un rascacielos y lanzarme al vacío sin pensármelo ni un minuto.
Llego
el día de la recogida de dorsales (fui con la familia el jueves a primera hora
para quitarme una cosa más de en medio y desconectar hasta el domingo 4, día de
la prueba) y después de llevar de vacaciones por la ciudad ya cinco días pateando
sus calles y conociendo sus miles de encantos, comenzaron los nervios y las
preocupaciones.
Primeramente,
miedo escénico a la magnitud de la misma (miles de corredores, traslados,
idioma…), miedo a afrontarla en soledad (normalmente voy acompañado de algún amigo,
aunque vayamos con distintos objetivos) y miedo a mi estado físico. Cada día
que pasaba estaba más cansado y dolorido, las piernas muy pesadas y la espalda
echa un cuatro, pero por ello, no podía hipotecar otro día mas de las
vacaciones familiares para descansar, a parte del de la prueba en sí. Así que tocaría
hacer lo que se pudiera y vivir la experiencia.
Llego
el día clave, domingo 4, 5h de la madrugada (le ganamos una horita del sueño al
reloj por el cambio de hora esa noche, yuhuuuuu) y tras respirar ya por la
ciudad ambiente de evento, fue esa madrugada al salir del hotel cuando me di
cuenta de verdad de donde me había metido y de la fuerza social de dicha
prueba.

Tras
desayunar y vestirme, salgo con prisas, nervios y algo bloqueado por ello, hacia
el hotel donde había quedado con el resto de corredores para nuestro traslado colectivo
a la línea de salida. Como os digo los nervios y la noche estuvieron a punto de
jugarme una mala pasada, me desoriente en el mapa y me toco hacer un
precalentamiento por las calles adyacentes para no perder el bus que me llevaría
a la salida, imaginar el momento…
El
traslado fue cómodo pero muy largo (al final lo agradecimos, hacia fresco y la
espera en la “start village” fue así más corta) había muchísimo tráfico y
retenciones (la gente aprovecha para cruzar a la gran manzana, o salir de sus
barrios a primera hora, ya que después, cortan el tráfico en varios puntos dejándolos
casi incomunicados durante unas cuantas horas).

Aproveche
pues para desayunar otro poco, descansar e ir al baño y casi sin darme cuenta
aturdido por todo, se me había pasado el rato de espera en soledad y ya era la
hora de irse adentrando a la salida por número(wave) y letra(corral). El dorsal
de esta maratón es como un catecismo, lo pone todo en él, traslado, familiares,
ropa de abrigo al final o bolsa, cajón de salida, nombre….Espectacular!!! una
muestra más de la calidad organizativa de la prueba.
Ya
estoy en capilla, suena a capela el himno nacional y me despojo de la ropa de
abrigo y la lanzo al sitio destinado a recogerla para aprovecharla para los más
necesitados. Tras la salida de los pro, salimos todos tras ellos a correr para
ver si los cogemos ja ja ja.
El
ambiente es brutal, todos nos deseamos suerte en nuestro idioma o con simples
gestos de estima, andamos unos metros y empezamos suavemente a trotar por el
interior del puente que comunica Staten Island con Brooklyn, en el, la carrera
arranca por tres sitios paralelos para evitar aglomeraciones y
embotellamientos, es en la milla 8 cuando la carrera se unifica en una sola vía
o trayecto (otra cosa reseñable positivamente para mi).
Yo
ya me ando con cámara en mano grabando lo que puedo y como puedo, entre tanta
gente y que no he cogido ritmo ando forzado para ello. El primer km es lento
para mí, a 6´30´´pero rápidamente se me va de las manos y corro por sensaciones.
Creía tenerlo controlado teniendo en mi reloj simplemente la pantalla con las pulsaciones,
pero el ritmo por km se me fue de las manos con la alegría de estar allí disfrutando
de ello y el subidón de adrenalina por el ambiente del publico animando sin
cesar se hace notar.

Poco
a poco, mi ritmo descontrolado y el recorrido, van haciendo mella en mis
piernas y cada vez me noto más cansado y pesado. Es en el km 10 cuando me doy
cuenta de que hoy además de disfrutar como un niño, me va a tocar sufrir como
un perro.
Y
así fue, tras descargar en el pc los pasos por los km y mis ritmos, corrobore
lo que imaginaba, me había calentado de lo lindo al principio y había corrido
por impulsos, encima en una maratón con un recorrido exigente, es decir, que
hice todo lo que no se debe de hacer, pero bueno, ahora no lo cambio por lo
vivido y si me toca volver algún día, la afrontare de otra manera.
Después
de un primer km lento, paso por el 10 en 49 min. El ambiente es espectacular,
yo sigo eufórico y a tirones aprovechando las bajaditas para soltar y rodar
algo más deprisa pero no soy muy consciente de que lo que estoy haciendo es
cavar mi propia tumba. Estamos en el barrio de Queens y las calles están abarrotadas,
grupos de rock, blus y corales religiosas animan el cotarro al paso de los
miles de corredores que formamos una serpiente multicolor interminable.
Las
zonas de avituallamiento son una alfombra verde formada por vasos de papel
verdes, pero la eficacia de los voluntarios hace que pases por ellas sin
atascos ni problemas de ningún tipo, en un plis plas la recogen y en un plis
plas la volvemos a ensuciar.
Me
emociono una y otra vez, choco mi mano con todo aquel que pide hacerlo (incluso
la policía y bomberos te piden hacerlo), recuerdo el tener que retroceder en un
par de ocasiones, para corregir mi choque fallido a un par de niños y
devolverles esa sonrisa con la que esperan ese contacto con la tuya. Llore de alegría
en varios momentos de la carrera, los sentimientos estaban en mi a flor de piel
y estaba totalmente desaforado en ello.
Poco
a poco llego la calma y mis piernas dijeron “ehhhh chato, ¿sabes que vamos a
fuego?”, yo seguía por sensaciones y mirándome de vez en cuando las pulsaciones,
pero no le estaba prestando ninguna atención al ritmo, al único que le preste
fue al de la música en la calle levantando los brazos en más de una vez.
Madreeeeeeee que ciudad!!!.
Llego
el momento del primer “stop” y desde el paso por la media hasta llegar a mi reseteo
en el 25 pasaron los primeros momentos de sufrimiento y augurio personal. Como
un muñeco de madera, con las piernas como dos tablas y doloridas. Encorvado y
con la espalda agarrotada por no encontrar ni la postura ni el ritmo adecuado y
con la mirada perdida puesta en la grada pensando poder ver allí a mi familia y
cargar las pilas. Momentos duros, así que cambie el chip de mi cabeza, volví a
sacar la ilusión y el positivismo, me pare y anduve ese kilómetro para comer y
beber bien. Me volví a emocionar conmigo mismo y tras diez minutos de respiro volví
a sacar mi cámara china del bolsillo y me vine arriba de nuevo.
Volví
a ser Yo, alegre, feliz, contento de estar allí y disfrutar de aquello que a muchos
les gustaría estar haciendo. El sacrificio de los míos y mi amor por ellos
sacaron lo mejor de mí en esos malos momentos. Ya estábamos en el 30, está hecho
me digo y tras cruzar a Manhattan vivo una experiencia que todavía me da más
alas.
Un
padre empujando a su hijo en una silla, haciendo un gran sobre esfuerzo por
hacer vivir a su hijo, aquello que nunca podrá hacer por sí solo, los pelos
como escarpias, encima trasmite una alegría enorme y me anima gritando mi
nombre con acento británico o de que yo sé dónde. Y Yo allí preocupado por mis
dolores…vamos hombre!!!.
Me
recuperé y volví a coincidir con ellos y les devolví los gritos de ánimo, fue un
momento mágico del cual nunca me voy a olvidar. En ese transcurso banderas
españolas colgaban de las vallas y ondeaban en el cielo, pero los mexicanos, se
llevaban para mí, el premio a la mejor animación extranjera. Tanto por los dados
a los suyos como para el resto en la gran manzana y a lo largo de todo el
recorrido, se les oía a ellos por encima del resto. Yo tenía que levantar con
gritos de ¡¡aúpa españoles!! a los allí mezclados
entre tantas culturas y nacionalidades allí presentes y ellos, claro está, me
los devolvían muy gustosamente.
La
serpiente multicolor se estiro y poco a poco éramos más los que a ratos y en
los avituallamientos parábamos a andar. La gente por lo general, iba ya muy
justa de fuerzas, aunque también los había que iban de menos a más y te pasaban
como si nada (que listos).
Y
así tras otros dos o tres kilómetros de sobre vivencia parando varias veces a
estirar me presente casi en el 35 en Harlem viniéndome arriba de nuevo sabiendo
que Central Park y con ello la línea de meta estaba a la vuelta de la esquina. Comencé
de nuevo a adelantar a gente y fui animando a los mismos en un estado de éxtasis
total, lo tenía, lo iba a conseguir y aunque en ningún momento pensé en
abandonar, hubo ratos muy malos como ya os he contado.
La
Quinta Avenida está a tope, confetis y manoplas, bocinas, tambores y un montón
de banderas de distintos países dan un gran colorido y ambiente a la recta que
pica para arriba nuevamente, esto es un sube y baja constante, giramos a la
derecha y entramos en el parque. Ahora si el circuito esta vallado y tengo que
parar de nuevo a estirar, estas dos millas se están haciendo largas, pero no
queda ya nada, al igual que dentro de mi tampoco lo hay.
A
duras penas puedo echar un pie tras el otro y mantenerme erguido pero la
emoción y los sentimientos me hacen seguir haciéndolo. Salimos del parque para
volver a entrar desde la quinta por la 59 si no recuerdo mal y allí exploto
emocionalmente.
Paro,
intento grabar mis sentimientos y me bloqueo, me falta el aire para hablar y me
entran ganas de llorar, logro calmarme, paso de grabarlo y hablar más y tomo
aire para arrancar de nuevo y entrar en el parque. Últimos metros y entramos en
la recta de meta, estoy cardíaco, como un flan y me arrimo a la valla para
tocar la bandera de mi país, me siento un privilegiado allí, me siento feliz,
resoplo, miro al cielo y me acuerdo de todos, en especial de mi Padre, como en
las ocasiones especiales y esta lo es, ya lo creo que lo es.
Alzo
los brazos como si hubiera ganado la prueba, dibujo un corazón en forma de agradecimiento
y amor hacia mi mujer e hijos que por allí estarán esperándome, le doy las
gracias a la ciudad de NY y me acuerdo de mucha gente que sé que habrá estado
pendiente de mí a miles de km de allí.
De una manera especial me acuerdo de mi Madre,
la cual seguramente estará pasando un día no muy bueno preocupada por mí y eso
que Ella ha sido de las que más me ha impulsado a lograr este sueño, gracias
Mama TQ.
Medalla
al cuello, fotos y de camino a recoger abrigo para no quedarnos fríos. En este
saboreo lo realizado y lloro de alegría en forma de agradecimiento, quien me lo
iba a decir a mí.
Podría
seguir escribiendo, pero por muchas líneas escritas jamás podría reflejaros lo
sentido en ella. Me atrevo a decir que ha sido la mejor de las experiencias
deportivas que he vivido, la más emotiva, en la que más miedos he superado y en
la que más he sufrido y disfrutado conmigo mismo.

Poco
más que contar, experiencia inolvidable, tanto por el final como por el
compartirla con mi familia, estos días para mí, han sido un regalo de la vida
por la vida !!!.
Salud
para todos y ojalá podáis realizar muchos de vuestros sueños, Yo seguiré
peleando por ellos.
Gracias,
gracias y gracias a todos, enamorado de NY y de su maratón.
Se os
quiere DSG.
Encantador relato de una pasión vivida...! Parece mentira dónde nos llevan las emociones y nuestra mente. Siempre más allá de donde pensamos que está nuestro límite. Mi más gran GO
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